M/N SANTA MARÍA

Siguiendo con el hilo de mi vida, en el mes de Marzo de 1959, llegó.... ¡¡Por fin!! La vuelta a Cuba, no porque en España no hube sido feliz, sino porque volvería a encontrar a aquellos que durante tantos años añore, mi familia y mi ambiente. Embarcamos en el Puerto de Vigo, la gente llevaba rollos de papel higiénico, tirábamos el rollo, quedándonos con un extremo, a la persona conocida que estaba en el puerto, en mi caso, se lo tire a Silvia, que aun se quedaría en España por unos meses mas. Cuando el barco se iba alejando, el rollo de papel se iba agotando hasta formar miles de serpentinas sobre el agua, así entre lágrimas dejé España.
La vida a bordo del barco era muy animada, había Cine, las cenas eran amenizadas por artistas que luego charlaban con nosotros, se jugaba en cubierta y dentro de los salones, se bailaba y todo lo que se hace en un barco, Kiko y yo conocimos unos cubanos que iban para La Habana y eran estudiantes en Madrid, volvían antes de tiempo porque sus padres así se lo habían aconsejado, todos nos hicimos amigos de un cura italiano, joven, que nos enseñaba canciones en italiano. papa ocupaba el camarote con Kiko y yo con mama en el otro, según ellos ya eramos mayores y era mejor así, Maruja se quedó en España, papa prefirio ir nosotros por delante y mas tarde iria ella si él veía que era prudente, papa tenía mucha intuición. La primera escala fue Funchal (Madeira), el barco fondeo porque el puerto no tenía suficiente calado, a tierra bajamos papa Kiko y yo, había una especie de trineos por tierra, tirados por bueyes, me gusto mucho, paramos un día y al siguiente rumbo a Tenerife, allí estuvimos dos dias y paseamos mucho, mama se cargó de manteles y artesanía para regalitos, y ya, a cruzar el Atlantico hacia Venezuela. No recuerdo cuantos días nos llevó llegar a La Guaira que era el puerto que tocábamos en Venezuela, de ahi a Caracas había poco tiempo. Llegamos por la mañana temprano y cojimos un taxi para Caracas donde comimos y a la noche regresamos al barco, no me gustó lo que vi, una ciudad muy moderna y bulliciosa, quizás demasiado. Salimos al día siguiente rumbo a Curacao, curiosamente al ir a desayunar habia muy poca gente en el comedor y curiosamente papa tampoco bajo a desayunar, ya la noche anterior mama se quedo con papa en su camarote y yo dormí con Kiko. La razón de esta ausencia fue la famosa Ley de Reforma Urbana que se había decretado en Cuba. Esta Ley consistía en que todo propietario que teniendo una vivienda, y poseyera otras, estas últimas quedaría expropiadas por el Gobierno, pasando a ser propiedad de Estado, a papa esto le afectaba mucho pues él había construido una manzana de casas de apartamentos de los cuales percibía una importante cantidad de la que habíamos vivido sin necesidad de tocar los ingresos que generaban La Sultana y Versalles. Primer puñal de los muchos que se acercaban años siguientes. Desde entonces el viaje no fue lo mismo, no por papa que se superaba a si mismo, sino por el ambiente que reinaba en el barco, los demás estaban en el mismo caso. Así llegamos a Curacao, una islita pequeña y bonita que era posesión Holandesa, donde sus habitantes la mayoría de raza negra, hablaban holandes e ingles, me gustó mucho. Ya faltaba poco para llegar a La Habana, estaba ansiosa, por fin después de cuatro años iba a ver a mis primas, Maruchi y Tere y todos los demás, mi sueño se cumpliría.