MADRID

Tras 18 horas de vuelo, por fin, llegamos a Madrid. Pusieron la escalera y fuimos los primeros en bajar, hacía un día de sol, maravilloso. Enseguida sentí el frió, que hacia tanto tiempo no me acariciaba, entre la gente, reconocí a González y a Chucho, su hijo, levanté el brazo y corrí hasta la tela metálica que separaba a los pasajeros, tras saludarles, seguí hacia la aduana para recoger el equipaje y enseguida me encontré con ellos, también estaba Angelito y Conchita que eran, la hermana de María y su marido
Mama y papa con González y María, al lado Lolita, nuestra prima de Madrid y sentadas, Conchita, la hermana de María, Pili, nuestra prima, hermana de Lolita y a su lado Marinita, la hija de González
Al salir, estaba María dentro del coche, ella tenía una enfermedad nerviosa que le impedía caminar, le había empezado antes de salir de Cuba, esa enfermedad, se agravaba progresivamente hasta dejarla en estado vegetal, como así fue. Por aquel entonces todavía estaba en los comienzos.
La casa de González en la calle Rey Francisco, era enorme, tenía que ser, por la cantidad de gente que allí vivía, entre unos y otros calculo que unos 12, tenía una superficie de unos 240 metros cuadrados. Me sentí muy arropada, siempre habíamos tenido mucho trato, sobre todo cuando eramos niños. González tenía una finca en el campo, alli papa tenía un caballo y muchos fines de semana ibamos a pasarlos alli. Hasta la noche no extrañaba nada. González calculó la hora y llamó a La Habana para hablar con mis padres y tranquilizarles, diciéndoles que ya estaba bien, me emocioné mucho, pero se me pasó rápidamente cuando Teresita, la hija de Conchita y Angelito, que era un año menor que yo, me dijo que me pusiera el abrigo para dar un paseo por Madrid. Antes llamé a casa de Vicente que estaba en clase y hable con sus padres, ellos se sorprendieron porque habían pensado que yo venía en el barco Santa María al que habían secuestrado un mes antes, tras aclarar esto último, quede con su padre, que me llamaría mas tarde, cuando llegara a casa.
Enfilamos hacia la calle Princesa y bajamos hasta la Plaza de España, Madrid, por aquel 1961 era una ciudad muy bulliciosa y a la vez tranquila por el tráfico, siempre me gustó y me gusta, pero ahora no es precisamente la ciudad donde quisiera vivir. Nos sentamos en la terraza de un Café en La Gran Vía, al lado del cine Coliseum, eran las 6 de la tarde y empezaba a oscurecer, charlamos un rato y al fin cambié las 1000 pesetas que papa me había dado, fue un rollo porque un café costaba entonces en una terraza 1,50 pesetas, pero me las cambiaron facilmente, aquellas 1000 pesetas me duraron mucho tiempo. Ya en casa, esperé la llamada de Vicente que no se hizo esperar mucho, hablamos durante una hora y quedamos para el día siguiente a las 8 de la tarde en el portal.
Muchas fueron la emociones vividas aquel 26 de febrero, me acosté a las 2 de la madrugada, la televisión duraba hasta las 12 de la noche, una vez apagada nos quedamos charlando hasta esa hora. María se había acostado temprano, pues se fatigaba mucho. Iba a dormir en la habitación de Tina, una asturiana que cuidaba a María y que conocíamos de Salas, que era el pueblo donde había nacido González. En la habitación había 2 camas y compartíamos un cuarto de baño con otra habitación, me aseé y me metí en la cama, Tina, muy cariñosa conmigo, me hablaba y yo tenía la cabeza en las nubes pensando en lo que me esperaba al día siguiente y haciendo planes para mis adentros, al fin apagamos la luz y fue en ese momento, a oscuras, cuando caí en mis pensamientos y me vinieron a la cabeza las imágenes de mis padres y de Cuba, se me escaparon las lágrimas, Tina, al sentirme, se levantó y se sentó en en mi cama para abrazarme y consolarme, años mas tarde se lo contó a mama y se emocionó.

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