19 DE DICIEMBRE DE 1963

Aquel año iba a ser definitivo en mi vida futura.
Ya había perdido las esperanzas de volver a La Habana, por lo menos en un corto espacio de tiempo, me había resignado, con 19 años era fácil. El día no me llegaba para hacer todo, trabajada desde las 8:00 de la mañana hasta las 7:00 de la tarde, rápidamente al salir, iba a estudiar mecanografía y contabilidad a la calle Panaderas, en la Academia Nebrija, estaba hasta las 9:30, excepto los jueves y viernes que iba a la calle Olmos a ensayar al Ballet Gallego, esos días llegaba a casa a las 10:00. No padecía insomnio, naturalmente dormía placidamente, a pesar que me sentía preocupada por la actitud de Vicente aquel año, pero no pensaba mucho esperando arreglarlo al verano siguiente.
Lo de ir a Nueva York se me había chafado, al enterarse mis padres de nuestra intención y no haberme dado permiso, a pesar de haber sido escogido para ir. La verdad es que no me llevé gran disgusto.Kiko, por aquel entonces seguía estudiando en Georgia, esta vez había optado a una beca en la Universidad de Athens y al serle concedida cursaba la carrera de Físicas y Matemáticas. Durante los veranos, trabajaba donde encontraba, ya fuese fregando platos o vendiendo helados en un coche para poder mantenerse, echando la vista atrás, la vida te da sorpresas, recuerdo en Tarará, cuando esperábamos el carro de los helados que pasaba todas las tardes por las casas de la playa tocando una melodía muy pegadiza y saliendo de la casa los dos con los 20 ctvs que valía cada popsicle (bombón helado) mamá siempre tomaba un Coco Glace, esto era media carcasa de coco llena de helado de ese sabor. A papá le gustaba mas un Hight Ball, que era una bebida que consistía en dos dedos de Whisky y otros dos de Ginger Alle. Jamas pensó Kiko que algún día él sería el conductor de un carrito como aquel.
Os estaréis preguntando lo que pasó aquel 19 de diciembre, je; je, ahora os lo cuento:
Antes de las vacaciones de Navidad, las niñas de Preuniversitario, lo que ahora es la Selectividad,
hacían un baile para recaudar fondos para un viaje de fin de curso.Lo hacían en una sala de baile que se llamaba La Granja, me dieron 2 invitaciones para asistir, a mi no me hacía gracia, pero a una compañera que se llamaba Paquita le gustaba un niño de Preu y me dijo: -Vamos, Estrella, acompáñame por favor, que no va nadie de nuestro curso. -Me lo pienso, pero si voy cuando te quedes con Luis me vuelvo para casa. Contesté. No se por que no sentía ninguna gana de ir y era raro porque a mi, me gustaba mucho bailar, en fin... como puede cambiar el destino por tomar una acción u otra.
Llegó el sábado 19 y me vino a buscar Paquita, caminamos hacia La Granja que quedaba muy cerca de mi casa, que estaba en la calle del Sol y la sala se encontraba al final de la calle Marques de Pontejos. Había poca gente, aun era temprano, yo ya tenía ganas que apareciera Luis y se llevara a la tal Paquita, así que nos sentamos en una mesita y pedimos una coca-cola, enseguida empezó a llegar gente y se animó, tremendo alboroto se formó de pronto. Al fin apareció Luis y vino directamente hacia nosotras, por lo cual respiré aliviada, me largaría pronto, pero vi a un amigo mio de la pandilla de cubanos que a veces hacíamos grupito en los jardines de Méndez Núñez y que me caía muy bien, al verme se acercó y salimos a bailar, no es que los españoles bailaban mal pero bailar con un cubano era otra cosa, pensé que ya, no me iría tan pronto y así fue, bailamos un montón y charlamos mucho sobre La Habana y nuestros padres, como siempre al final, la añoranza de la distancia nos unía. Ya sobre las 8:30 Pedro que así se llamaba mi amigo, se fue a buscar a su chica, cuando iba hacia mi amiga para avisarla que me marchaba, de pronto se paró un chico haciendo una reverencia y me dijo:-¿Bailas?...ni miré para el ya bailando me fijé un poco, no me sonaba y además no hablaba nada, pero al parar la música se enrollaba de mala manera y enlazaba otro baile, así hasta cinco, ya cansada le dije que me iba a sentar y vino detrás de mi, tomamos algo y a las 9:45 le dije:-Mira yo me tengo que ir, así que...encantada de conocerte y hasta vernos...., le dije. Ya recogía mi abrigo y enfilaba hacia la puerta, cuando alguien me llamó, era él, que tras despedirse de sus amigos, se proponía acompañarme a mi casa. Así fue, charlando recorrimos los 400 metros que había desde La Granja, hasta mi casa, donde tras pedirme el teléfono, nos despedimos. Al día siguiente, que era domingo, como todos los festivos, fui a misa, al llegar a casa me enteré que me había llamado un chico, supuse quien había sido. Cuando estábamos comiendo, sonó el teléfono y era Benito, así se llamaba, quedamos a las 7:00 de la tarde, en el portal de mi casa, donde me había dejado el día anterior. Como había quedado, a las siete en punto, para mi la puntualidad era y es muy importante, bajé al portal, no había nadie, esperé media hora larga y cuando me estaba desesperando, se me ocurrió mirar hacia la siguiente calle y allí estaba un chico que se parecía al del día anterior. En aquel momento, pasó por delante del portal un niño, le paré y le pregunté.: -¿Me harías un favor?, ¿ Podrías preguntarle a aquel señor que está en la esquina si se llama Benito?. El niño, muy amable, asi lo hizo. Viendo que el señor asentía con la cabeza, emprendí mi camino hacia alli, al pasar de largo por delante de él, se dió cuenta, que yo era la chica que esperaba, ya cuando estaba a 30 metros, sentí que me llamaba acercándose corriendo.
Tiempo más tarde, supe que el día anterior había estado un poquito perjudicado a consecuencia de haber pasado la tarde con unos "buenos amigos" y seguramente habrían tenido mucha sed. Yo le notaba un raro acento, no era otra cosa, que se le trababa la lengua. Pero yo no lo podía saber, porque nunca antes le había oido hablar....

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